Podría decir que una de las razones -quizá periférica, pero razón al fin y al cabo- para, llegada la hora de ejercer mi derecho al sufragio activo, dudar -tampoco demasiado, no os vayáis a creer- entre formaciones de derechas, descartando automáticamente las de izquierdas, es por la hipocresía de estos últimos.
Es lo de siempre: básicamente,
predican la redistribución de la riqueza… de los demás. No hay más que ver cómo
viven todos los dirigentes de izquierdas -siempre hay excepciones, como el
presidente uruguayo cuyo nombre no recuerdo… Múgica, quizá-, ya sea en democracias
o (aquí la cosa ya es escandalosa, de Cuba a Corea del Norte) en dictaduras.
De igual modo, para que alguien
que esté en contra del racismo sea aceptado, debe ser de izquierdas; a la
recíproca, cuando alguien es de izquierdas es tenido automáticamente como
opuesto al racismo. Esto último, evidentemente, no es cierto: la izquierda
moderna es básicamente antisemita -algo común, no sólo a la izquierda
histórica, sino también a lo que es tenido por ultraderecha cuando en realidad
es izquierda (es decir, nacionalsocialismo y fascismo)-, aunque busca
disimularlo sosteniendo que en realidad son antisionistas y proárabes; de igual
modo, dirigentes presuntamente de izquierdas, como el zimbabuense Robert Mugabe
o los líderes sudafricanos posteriores a Nelson Mandela, ha promovido y
promueven políticas inequívocamente racistas (sólo que como son ejercidas por
negros y contra blancos, resulta más admisible… o menos criticada, por no decir
criticada en absoluto, por la izquierda).
Uniendo ambas cosas -izquierdismo
y racismo de los negros hacia los blancos-, tenemos el movimiento llamado Black
lives matter (es decir, las vidas negras importan), financiado por
sedicentes marxistas y liderado por sedicentes marxistas, una de las cuales se
ha dedicado a adquirir mansiones (lleva cuatro y ya está pensando en la quinta) en barrios blancos, con vecinos blancos… y
policías blancos.
Y mientras, las verdaderas víctimas siguen siéndolo… pero, ahora, de sus autoproclamados defensores.
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