Uno de los problemas de escribir casi siempre sobre los mismos temas es que uno tiende a repetirse. Y si empiezo una entrada diciendo Uno de los rasgos comunes que tienen las izquierdas españolas y los regionalismos secesionistas es que lo único que supera el odio intestino que les corroe es el odio todavía mayor por España, y la ambición de alcanzar y detentar el poder, a los lectores habituales del blog les sonará a cosa sabida. Pero es que es cierto, al menos desde mi punto de vista.
Y lo que les ocurra a aquellos a
los que unos y otros pretenden gobernar les trae sin cuidado. Porque Cataluña
lleva una década larga sumida en el desgobierno más absoluto, pero lo que les
preocupa a ierreceos y jotaporcatos es una miaja más o menos de
poder, y seguir siendo los amos del cortijo (la masía, habría que decir,
habida cuenta de la región de la que estamos hablando).
Por eso, los del bleferóptico con
sobrepeso y los de Cocomocho -que los encuentros se produzcan en
una cárcel dice bastante a las claras de qué clase de gente estamos hablando-
se dedican a hacer envites, subirlos y llegar hasta el órdago, en la confianza de
que ninguno de los dos llegará hasta el final…
…porque eso significaría perder el poder, que es lo único que les importa.
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