El partido suciolisto siempre ha mostrado una irrefrenable tendencia a patrimonializar el aparato del Estado: todo y todos tienen que estar a su servicio. Sin embargo, como en todo, hay clases.
El desgobierno socialcomunista
que tenemos la desgracia de padecer ha roto todos los límites, ha traspasado
todas las líneas rojas, se ha saltado todas las barreras. Y con la más absoluta
de las desfachateces, además.
Caso paradigmático es el del el
Centro de Investigaciones Socialistas, cuyo presidente no muestra el menor
rubor en remar a favor de quien le paga (es un decir: como empleado de un
organismo público, le pagamos todos los españoles), cambiando la cocina de
las encuestas según le plugue, y haciendo sondeos cuando no toca o cuando no
tienen ninguna utilidad práctica. Marrando, además, en la mayoría de los casos,
y por un margen bastante amplio.
La última, de momento, ha sido el sondeo posterior a las elecciones regionales catalanas, en el que refleja -según él- que tres de cada diez catalanes quieren un tripartito de izquierdas, mientras que uno de cada cuatro prefiere un ejecutivo secesionista.
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