Un verdadero líder asume sus errores y se hace responsable de ellos. Un autócrata, en cambio, tiende a hacer responsables a los demás de los errores que él mismo ha cometido. Porque él es el líder y, evidentemente, sus designios siempre son perfectos y acertados; ergo son los demás los que no han sabido estar a la altura de esos designios.
Tras el desastre sin paliativos
que sufrió en Madrid, al psicópata de la Moncloa le crecen los enanos, por más
que intente decapitarlos. El primer caso le surgió en Andalucía, vivero de
votos para los suciolistos desde hace medio siglo y cortijo particular
durante cuarenta años. Allí permanecía agazapara la líder esa regional,
a la espera de un tropezón que habría de producirse indefectiblemente. Y como
se produjo, la gallina devino gallito y el mismo día de los comicios regionales madrileños desafió al autócrata y confirmó que se presentaba a las primarias
regionales… para más inri, utilizando como eslogan el mismo que la bestia negra
del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer, la última
palabra que pronuncia el personaje de Mel Gibson en la película Braveheart:
libertad.
Mientras, su rival movía sus
fichas, y forzaba un adelanto de las primarias en la región para intentar
colocar a su candidato, el alcalde de Sevilla. No deja de ser irónico que el
que se presentó como representante de las bases frente al aparato sea ahora el
aparato, y Susanita la representante de los mil y un tontos. Entretanto, en
Madrid forzaba la dimisión del delegado del desgobierno para montar una gestora
en la federación regional madrileña y forzar a Ñoñilondo II. Tanto le
forzó, que acabó en urgencias del Ramón y Cajal.
Para remate, inició un expediente
de expulsión de dos históricos militantes, Joaquín Leguina y Nicolás Redondo
Terreros, por el simple hecho de haber aparecido en un acto con la a la postre
gran vencedora. El que fuera único presidente socialista de Madrid, que no se
muerde la lengua, soltó dos verdades, una en tono irónico (Ahora vamos a
tener la culpa Nicolás y yo de la estrepitosa derrota de estos imbéciles) y
la otra hablando completamente en serio (La culpa de esta derrota histórica
la tiene Pedro Sánchez).
Por el bien de España, que Pierre Nodoyuna se largue de una refitolera vez y no vuelva nunca más.
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