De entre la colección de inútiles que componen el ramillete de ninistros que han tenido los desgobiernos del psicópata, pocos alcanzan el nivel de inepcia de los encargados de la justicia.
A la fiscal general del gobierno,
cuando era notaria mayor del reino, se la colaron doblada al dar fe de la
profanación de la tumba del Generalísimo. Puesto que no permitió a sus
familiares trasladar su féretro bajo la bandera de España en la época en la que
murió -y que seguiría siendo la oficial durante más de un lustro todavía-,
estos emplearon el pabellón personal del finado. Sólo que ese pabellón era el
de Jefe del Estado (y Caudillo por la Gracia de Dios), con lo cual la
humillación fue doble.
Ahora, al modo de una nueva
Porcia, los Franco han conseguido volver a dar en las narices al Shylock
Sánchez y su patulea de socialcomunistas. Podrán haber obtenido el pazo de
Meirás, pero la familia Franco tiene derecho a retirar el mobiliario… y a ser
indemnizada por los daños causados.
¡Zas! En toda la cartera... de todos los españoles, por desgracia.
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