Si ayer decía que la legislatura regional catalana, dure lo que dure, iba a resultar de todo menos aburrida, hoy toca confirmar lo anterior.
Porque, apenas seca la tinta con
la que rubricaron -es una manera de hablar, no sé si hubo firma y si, de haberla,
esta fue manuscrita o genital- el acuerdo para elegir al presidente del
consejo de gobierno, ierreceos y jotapercatos empezaron a tirarse los trastos a la cabeza, culpándose mutuamente (si hubierais cedido…)
por el retraso en alcanzar el pacto y el largo periodo de interinidad.
Los catalanes, seguro, hubieran deseado que la interinidad durase un poco más… unos pocos lustros.
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