El problema con los giliprogres es que establecen unas condiciones tan draconianamente estrictas para ser admitidos en (y admisibles por) su gremio que ni ellos son capaces de cumplirlas siempre.
Tomemos, por ejemplo, el caso del
lenguaje excluyente. Según esta gente, hay que desdoblar todas las palabras en
dos géneros -incluso aquellas que, como joven, no lo tienen o son
iguales para los dos- porque, de lo contrario, se dejaría -por aquello del
masculino genérico- fuera a las mujeres (cosa que no ocurre en la formación neocom,
que ha pasado al femenino su denominación cuando hay varias de sus figuras que
son -presuntamente- varones). Pero, a la que te descuidas -y es fácil hacerlo-,
omiten uno de los géneros. Es lo que ocurre con las asociaciones de
progenitores de escolares, que antes se llamaban de padres de alumnos y
ahora se llaman de madres y padres (supongo que en ese orden, no por una
heteropatriarcal cortesía hacia el llamado bello seso, sino porque APMA
es de más difícil pronunciación) de alumnos… dejando fuera a las alumnas
(y no digamos ya a quienes sean de sexo fluido, asexuales, hermafroditas y
demás).
Es lo que le pasó a una de las talibanas
del feminismo periodístico, la locutora de la SER Ángeles Barceló, que durante
una entrevista a Juanita Petarda le preguntó si consultaría con el Chepas
la decisión que tenga que tomar la formación morada respecto a la
plataforma de Egolanda en el caso de que se materialice. La ninistra de
lo social saltó como una hiena, molesta por lo que percibía como un tufillo
machista en la pregunta, y lo mismo hizo más tarde el aludido, que consideró la
pregunta machista y paternalista.
En cuanto a lo que dijo la petarda de la Petarda, acerca de que creía que esa pregunta nunca se la harían si el secretario general neocom fuera un hombre, no puede estar más equivocada, al menos en mi opinión. Porque, aunque se haya apartado de la primera línea de la política, es el hijo del terrorista el que, en opinión de casi todo el mundo, sigue moviendo los hilos en la sombra.
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