Uno de los mayores males que zETAp trajo a la política española es demostrar, por la vía de los hechos, que (literalmente) cualquiera podía llegar a presidente del gobierno y, de rebote, a miembro del consejo de ministros: no hay más que recordar a Masturbito o a Bibiana Aído.
Pero al lado de alguno de los
miembros del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer, incluso
las dos miembras citadas parecen estadistas de talla internacional, a la
altura de Isabel la Católica o Catalina la Grande o, por citar figuras más
contemporáneas, Golda Meir, Indira Gandhi o Margaret Thatcher.
Y aunque la competencia dentro
del sector neocom del consejo de ninistros es dura -difícil
resulta decidir entre Egolanda, Juanita Petarda, la marquesa de Villa
Tinaja y el enterrador de Izquierda Hundida-, es sin duda la ninistra
de Lomismodá la que se lleva la palma.
A ver: es tan estúpida como los
otros tres, es tan inútil como los otros tres y es tan dañina como los otros
tres. Pero hay dos rasgos más que la posicionan en lo más alto (o en lo más profundo,
depende de cómo se mire) del escalafón: en primer lugar, se ha rodeado de una
cohorte de inútiles tan sectarias y sectarias tan inútiles como ella; en
segundo lugar, no muestra el menor recato en demostrar su estupidez y su
prepotencia, segura de que nada puede apartarla de la poltrona.
Porque, vamos a ver: ¿a qué
figura, en su sano juicio y con un mínimo de vergüenza, se le ocurre decir que
a diario se mete a leer el horóscopo con las amigas, porque le
parece un tema de conversación que le divierte y le distrae?
¿Es que no hay suficientes problemas en las materias competencia de su
departamento (sí o sí) que tiene que divertirse sobre una docena de
afirmaciones tan genéricas que son intercambiables entre sí y un día con otro?
Pero a toda cerda le llega su san Martín. Tic tac, tic tac…
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