Aquellos que están dominados por una ideología -no digamos ya si, como en el caso de la bruja Piruja, lo están por dos, el marxismo y el secesionismo- adolecen de dos graves defectos: son incapaces de ver la realidad tal como es -porque sus antiparras ideológicas se lo impiden- y actuarán siempre en función de esos prejuicios, con lo que desperdiciarán recursos en lugar de dedicarlos a algo que realmente beneficie a la gente.
Como ya he dicho, es lo que
ocurre en la ciudad condal. Echada a perder desde que dirige -es un decir,
salvo hacia el precipicio- una aprovechategui de manual, con menos escrúpulos
que vergüenza -y ya es decir, de nuevo-, ha decidido destinar treinta y siete
millones trescientos mil euros a un proyecto para fomentar el catalán y arrinconar, todavía más, el español, proyecto
que contempla una Oficina de la Lengua Catalana que costará veintidós millones.
Seguro que ese río de dinero no
cae demasiado lejos de los conocidos de la antigua actriz.
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