En teoría, Arabia Saudí, como custodia de las ciudades sagradas del Islam, no permite nada en contra de su religión. Nada, por ejemplo, de construir templos cristianos, y nada de hacer proselitismo.
Ahora bien, resulta que uno de
los mejores jugadores de fútbol de la última década ha decidido terminar (es
una presunción, pero no sé a dónde podría ir después) su carrera allí. Dicho jugador
vive en pareja con una mujer, con la que ha tenido varios hijos, pero con la
que no ha pasado por la vicaría, el juzgado o la notaría.
Pues hete aquí que los guardianes de la fe han decidido que hará la vista gorda con Cristiano (anda que el nombrecito…) y Georgina, que podrán convivir sin estar casados. Todo sea por el negocio.
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