Gerardo Piqué, que fuera defensa del Farça y de la selección española de fútbol, es alguien a quien siempre he tenido por inteligente, a diferencia del charnego que le acompañó en ambos conjuntos, que parece creerse de verdad las tonterías que suelta.
Piqué no, Piqué es un cínico. Y se
ha ocupado de invertir bien sus emolumentos, o eso parecía. Porque va a
resultar que, más que inteligente, lo que es es un listo. Así es como
interpreto el hecho de que, tras cargarse la Copa Davis -algo que tenía emoción
porque se desarrollaba a lo largo de todo el año, aunque eso supusiera cargar
una ya sobrecargada temporada-, su empresa no haya podido (dice el artículo) llegar
a un acuerdo con la Federación Internacional de Tenis (ITF) para rebajar el
importe a pagar la tarifa (fee) de 40 millones de dólares por edición.
Y es que Gerardito había
prometido unas aportaciones millonarias por parte de su empresa, pero no ha
conseguido cubrirlas ni de lejos, pese a las sustanciosas subvenciones de las
ciudades donde se han celebrado las ediciones hasta ahora.
A ver si hay suerte y se vuelve al formato tradicional.
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