Dice el viejo adagio latino que errar es humano. Las dos apostillas más conocidas continúan, bien diciendo que perdonar es divino, bien que rectificar es de sabios. Una mucho menos conocida, pero bastante más realista, señala que echarle la culpa a otro es más humano todavía.
En esto, la izquierda española
demuestra ser total, absoluta, palmaria, meridianamente humana, y nada más que
humana. Porque meten la pata sin parar, no rectifican ni aunque les vaya la
vida en ello, jamás perdonan y, siempre, indefectiblemente le echan la culpa a
los demás (básicamente, a la derecha).
Hace un par de semanas se produjo
una manifestación por la paralización del trasvase Tajo-Segura. Las malas
lenguas dicen que el psicópata de La Moncloa tomó esa decisión por contentar a
su barón castellano manchego, y que da al levantino por absolutamente
amortizado, tanto por las perspectivas electorales como por lo pringado
que se encuentra por escándalos de todo tipo, de financieros a sexuales.
Siendo como era parte perjudicada,
el gobierno de Timo Puch no podía dejar de acudir a la manifestación, y
acudió. Pero la consejera regional de no recuerdo qué no volcó sus críticas en
La Moncloa, ni tampoco en el Palacio de Fuensalida. No, dirigió sus dardos
hacia la bestia negra de la izmierda patria, la presidente de la
comunidad autónoma de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
Mientras, Franco y los Reyes Católicos calentaban en la banda…
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