Como he dicho ya más de una vez y más de dos -y como volveré a decir más de una vez y más de dos-, en el caso de las amenazas a la integridad territorial de España, los de la mano y el capullo son parte del problema, no de la solución: lo han sido, lo son y lo serán.
Y aunque las franquicias regionales
vasca y catalana son casi igual de repugnantes, los de la barretina ganan a los
de la boina, porque se han mimetizado hasta tal extremo con los secesionistas
que, como diría Woody Allen hablando de la felicidad que (no) proporciona el
dinero , hay que ser un verdadero experto para diferenciarlos.
Porque, en su afán para detentar el poder, no han tenido reparos en traicionar sus compromisos, o en coaccionar a los policías que frenaron el golpe de Estado separatista. Menos mal que todavía se puede contar con la Justicia, que ha llevado a dos cargos de la franquicia regional de los de Ferraz.
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