Las relaciones de los de la mano y el capullo con los secesionistas periféricos han venido guiadas por una mezcla de maldad y estupidez. Maldad, porque siempre se han aliado con cualquiera que sea enemigo de España; estupidez, porque han creído poder controlarles, cuando siempre se les han ido de las manos.
Y como son estúpidos, no aprenden
de sus errores y vuelven a las mismas una vez tras otra. Tras alimentar al
tigre secesionista, se encuentran ahora con que, en la visita de Emmanuel
Macron a Barcelona, los ierreceos -en una muestra de esquizofrenia,
puesto que también presiden el consejo regional de gobierno- anunciaban
manifestaciones, manifestaciones de las que el desgobierno socialcomunista que
tenemos la desgracia de padecer trató de desvincularse.
De tan tontos que son, se creen que los demás también lo somos.
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