Tras la (tercera) trilogía sobre el gran almirante Thrawn, leer algo más ligero del universo de La guerra de las galaxias suponía una perspectiva de una cierta relajación. Pero claro, leer que (nada menos) Philip K. Dick había alabado a su autor (aunque no por esta obra, claro, porque el bueno de Dick llevaba criando malvas una década larga cuando salió originalmente la trilogía a la que me refiero) imponía un poco.
Como puede deducirse del título,
tanto de la trilogía como de su primer volumen, la narración gira alrededor de
Boba Fett, por aquel entonces el único cazarrecompensas con armadura mandaloriana:
quedaba cosa de un lustro para que apareciera Jango Fett, y dos décadas para
que lo hiciera Djin Darin.
Precisamente por eso, resulta
divertido (con la perspectiva que da el tiempo y las historias ya narradas)
leer sobre el misterioso Boba Fett, que al parecer tenía una amplia
disponibilidad (más de una, al menos) de armaduras.
En cuanto a la novela en sí, como
en todo comienzo de una saga, de momento son más los interrogantes planteados
que las respuestas ofrecidas. La historia se desarrolla en dos momentos históricos,
uno contemporáneo con el episodio IV y otro con el episodio VI. Eso permite la
aparición de otro de los grandes villanos de la saga, el príncipe Xizor (al que
sería interesante ver enfrentándose con el chiss).
A señalar que el hecho de que la
edición española indique que la estadounidense tiene sólo un par de años, y no
un cuarto de siglo, puede deberse a un error… o al hecho de que en Disney están
tan desesperados con el fracaso de las secuelas que tienen que recurrir al viejo
universo expandido.
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