No por nada a la burocracia se la denomina en español, peyorativamente, burrocracia. Y es que a veces, y que me perdonen los sufridos jumentos, hacen auténticas asnadas.
Tomemos el caso de la llamada ley
de restauración de la naturaleza que propugnan en Europa y que, a pesar de
ir contra el mundo rural e incluso contra el sentido común, es apoyada por el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer.
Pues bien, la norma ha sido
rechazada por la Comisión de Medio Ambiente (después de que también lo hicieran
las de Agricultura y Pesca)… como no podía ser menos, porque ya sabemos el ojo
clínico infalible (léase, gafancia) que tienen los de la mano y el capullo con
Europa: iniciativa que apoyan, iniciativa que se va al garete: recordemos a
zETAp y su la France vote ‘oui’ en el referéndum sobre la Constitución
Europea, que salió un non del tamaño de la Torre Eiffel.
Y el Banco Central Europeo, desvariando: para ellos, el cambio climático será prioritario… mientras la tasa de inflación está triplicando los objetivos previstos.
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