Resulta curioso que quienes abominan de las banderas nacionales -suelen ser gente que se declara de izquierdas- no suelen mostrar tanta animadversión hacia otras enseñas.
Empezando por las banderas en las
que ondean la hoz y el martillo, símbolo de la ideología más nefasta y criminal
que ha dado la especie humana, responsable de más de cien millones de muertos (y
contando).
Siguiendo por todo tipo de enseñas
regionales o locales, aunque esos pendones sean una copia barata de otros preexistentes o correspondan, directamente, a otros ámbitos territoriales que
sí tuvieron, históricamente, un entidad política relevante.
Y terminando por el pabellón arcoíris,
símbolo del colectivo NoCHe, que los representantes más estrafalarios y vocingleros
del mismo enarbolan sin tasa ni medida y que parecen estar empeñados en
introducir a la fuerza en los demás por cualquier orificio corporal posible.
¿Por qué se envuelven tanto en la
misma? ¿Es porque se consideran diferentes? ¿Superiores, quizá? ¿No quedamos en
que todos somos iguales?
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