La izquierda, especialmente la española, podrá decir que está a favor del medio natural y en contra de la contaminación. La realidad es que actúa, literalmente, como si lo que pretendiera es destruirla.
Tomemos el caso de ese engendro legislativo
europeo de defensa de la naturaleza, o como se llame. El hecho es que acabaría con
la mitad, diez por ciento arriba o abajo, de las explotaciones agrícolas españolas.
Y el psicópata de la Moncloa, en lugar de defender al campo español, lo excluye de su agenda durante la presidencia europea.
Mientras, el propio consejo
europeo reconoce que la agricultura reduce el dióxido de carbono en la
atmósfera pero, a pesar de ello, sigue adelante con su idea legislativa.
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