Gente hay que me conoce (y que, a pesar de ello, incluso me aprecia) que sostiene que pienso como pienso porque leo a quienes leo y escucho a quienes escucho. Es más bien lo contrario: porque pienso lo que pienso, escucho y leo a determinados opinadores, y paso de los demás.
Mi criterio ya estaba formado
hace bastante tiempo, más de cuatro décadas atrás. Si, como dicen que dijo
Winston Churchill, quien a los veinte años no es de izquierdas no tiene
corazón, y quien sigue siéndolo a los cuarenta lo que no tiene es cabeza, yo (políticamente
hablando) perdí el corazón y gané la cabeza cuando todavía no había cumplido
diez años.
Cosa distinta es que mi manera de
expresarme, verbalmente o por escrito, se haya visto influida por determinados
autores. Básicamente, podría citar a tres: Jaime Campmany (éste, quizá el que
menos de los tres, aunque literariamente probablemente fuera el mejor), Alfonso
Ussía y Federico Jiménez Losantos. Y sus influencias se resumen, básicamente,
en decir siempre lo que pienso intentando no perder nunca los papeles (de eso
ya se encargan los demás), tirando de ironía a ser posible.
Un ejemplo. Hace poco, en
Twitter, respondí a que España era la economía que más creía de la Unión
Europea, cuatro veces por encima de la media, señalando que Suponiendo
que tal cosa fuera cierta, que lo dudo, el subir desde el fondo de la fosa de
las Marianas cuatro veces más rápido que uno que está a un par de metros de la
superficie no cambia que sigas estando mucho más hundido....
A esto, el aludido (o aludida)
contestó:
Eres tan jodidamente subnormal, que ni siquiera te has molestado en buscarlo. Dicho esto, pedazo de retrasado, eran tan facha que salir de una pandemia creciendo 4 veces más que la media de la UE te parece poco, porque lo ha hecho un gobierno izquierda. Lo dicho, eres SUBNORMAL.
Naturalmente, no pude por menos
de responder que Viniendo de donde vienen, agradezco los cumplidos, sin
olvidar la muletilla recurrente: #QueOsVoteChapote. Yo me eché unas
risas y disfruté mientras mi contraparte, estoy seguro, echaba espumarajos por
la boca.
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