En Cataluña, como en Andalucía y -aunque sea menos conocido o notorio, en el sentido del inglés notorious- Vascongadas, la prolongada persistencia de una misma formación política en el poder ha hecho que la región se haya administrado como una masía, como un cortijo, como un caserío, de la exclusiva y excluyente propiedad del partido en cuestión.
Por eso, que el exjefe de
investigación de la policía regional catalana corrobore que el consejo regional
de gobierno proporcionó escolta al prófugo Cocomocho no me sorprende en
absoluto. Es, simplemente, más de lo mismo.
Más de lo de siempre, por
desgracia.
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