Mucho antes de que Laffer creara -bien científicamente, bien uniendo los puntos- su celebérrima curva, ya la sabiduría popular había creado el adagio de que la avaricia rompe el saco (se me ocurre, según escribo, que el origen probablemente tenga que ver con algún ladrón que no sabía parar y cogía más y más botín, hasta que rasgaba el saco), y antes aún Esopo había creado la fábula de la gallina de los huevos de oro.
Pues casi tanto tiempo han tardado
las autoridades europeas en percatarse del aumento de burocracia y esfuerzo
fiscal que lleva aparejada la maraña impositiva, y exige ahora impuestos justos y simples.
Y mientras, en España, hay cerca
de cien figuras fiscales entre las estatales, las regionales y las locales. Pero
cuando se levanta la bota del gaznate del sufrido contribuyente -como lleva
pasando décadas en Madrid, o algo más de una legislatura en Andalucía-, aumenta
la recaudación.
Aparentemente, con esa solución
todos, administración y administrados, seríamos más felices. Pero cuando la
administración la comanda la izquierda, no es feliz nunca, porque nunca tiene
bastante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario