Como he dicho bastantes veces, varias de ellas recientemente, las izquierdas predican una cosa y practican la contraria.
Se les llena la boca, por
ejemplo, hablando del derecho constitucional a la vivienda, pero a la que te
descuidas viven en enormes casoplones protegidos por las fuerzas y cuerpos de
seguridad del Estado. Será porque tienen miedo de que venga un ricachón a
echarles, ya que, como ellos representan a la gente, no tienen nada que
temer de ésta.
Y otra cosa que hacen bastante es
atentar contra la propiedad privada de los demás, alentando la ocupación ilegal
de viviendas -salvo cuando son las suyas, que ponen el grito en el cielo-, y
dificultando todo lo posible el que los legítimos propietarios de la vivienda
ocupada echen, administrativamente, al delincuente ocupador.
En el tiempo en que el psicópata
de la Moncloa y su desgobierno socialcomunista, que tenemos la desgracia de
padecer, han detentado el poder, el plazo prácticamente se ha duplicado: ha pasado de once a veintiún meses.
Y luego algunos se extrañan de que florezcan empresas especialistas en persuadir a los delincuentes para que abandonen lo que no es suyo…
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