He dicho muchas veces que, en Cataluña, los de la mano y el capullo son parte del problema, no de la solución. Claro, que eso podría decirse de casi cualquier problema que hay en España.
Tras las últimas elecciones
municipales, surgió el problema de a quién apoyar para la alcaldía de la ciudad
condal. Si la alcaldesa saliente, la bruja Piruja, era mala opción, lo
que tenía enfrente era casi peor. Al final, los constitucionalistas han optado
por permitir que empuñara la vara de primer edil el candidato suciolisto,
un tal Collboni… que se ha estrenado negándose a poner la bandera de España en su despacho.
Para este viaje no necesitábamos
alforjas…
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