En campaña electoral, en España, los debates no son obligatorios. No sé si en Estados Unidos, de iure, lo son, pero de facto vienen a serlo.
En España, quien con más ahínco
los propone es el candidato que se siente por detrás en las votaciones, y quien
muestra más renuencia es quien se nota ganador. El primero tiene poco que
perder en el debate; el segundo, bastante.
Así, si el psicópata de la
Moncloa propuso seis cara a cara con Núñez Feijóo, a uno por semana, y
el gallego -muy en el tópico- no dijo ni que sí ni que no, es porque el de la
mano y el capullo le está viendo las orejas al lobo.
Pero lo que ya es patético es que
en Ferraz hablen de miedo del popular a los debates, y digan que
no descartan enviar a Sin Vocales a debatir solo. Empezando por el
final, esto es lo que suele hacer, porque siempre pelea en campo rival y con el
árbitro a favor, monologando sin parar.
En cuanto miedo a debatir… Pierre
Nodoyuna no tiene ni idea de en qué consiste debatir, porque en su partido
nadie le lleva la contraria, y fuera de él no escucha a nadie.
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