Fue
lo que pensé cuando leí la noticia de que Joaquín Sabina se había casado con
(una tal) Jimena Coronado tras una larga convivencia.
En
realidad, no hacía más que tirar de precedentes: Fernando Fernán Gómez llevaba
conviviendo con Emma Cohen la torta de años, pero no fue hasta poco antes de
morir el irascible actor que contrajeron matrimonio. Lo mismo le ocurrió a
Arturo Fernández con su pareja de muchísimos años, aunque se supo a toro
pasado; es decir, que una vez fallecido el siempre elegante actor asturiano, se
conoció que se habían casado cosa de un año antes.
No
es que le desee nada malo al jienense, aunque no comparta sus ideas políticas. Le
deseo que viva tranquilo y feliz muchos años todavía. Pero hay que reconocer
que, entre la vida que ha llevado y los citados precedentes, la cosa pinta mal.
Como
el culo de una hormiga, vamos…
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