Hace
mucho que los sedicentes sindicatos más representativos dejaron de ser,
si es que alguna vez lo fueron, organizaciones dedicadas a la defensa de los
intereses de los trabajadores en general y de sus afiliados en particular, para
pasar a ser una suerte de parapartidos políticos.
Quiero
con esto decir que sus reivindicaciones, actuaciones públicas y demás línea de
conducta (de las mariscadas o los cruceros de sus dirigentes, mejor no
hablamos) caen bastante fuera de la esfera laboral y bastante dentro de la
política.
Porque
ya me diréis, queridos aunque en general desconocidos (…a ver si va a ser por
eso) lectores en qué beneficia a la clase trabajadora que la Unión de Golfos y Tragaldabas haya pedido el indulto para una de las golpistas juzgadas y condenadas.
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