Lo
peor de los giliprogres no son sus ideas trasnochadas, asesinas y generalmente
estúpidas. Lo peor es que pretenden imponer esa forma de actuar a los demás, y
se molestan cuando la gente no les baila el agua.
Tenemos
el caso de la concejal valenciana de desigualdad -de todo el equipo de gobierno municipal
de la capital del Turia, en general-, que se ha molestado porque Juan Roig esté
construyendo un macropabellón pagando doscientos veinte millones de euros de su propio bolsillo y haya tenido la osadía (aquí es donde radica la
molestia) de poner al recinto el nombre de su elección.
Y
ese nombre es Casal España Arena. Haciendo un juego de palabras con el
himno de la comunidad, la citada concejal ha lamentado que hay quien
continúa ofrendando glorias a España, muy triste. Lo que ocurre es que, por
mucho que les pese, Valencia está en España y cada uno hace con su dinero lo
que quiere.
Excepto
la izquierda, que el dinero con el que hacen lo que les sale del escroto es el público.
Que, al fin y al cabo, para ellos no es de nadie.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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