Para
los que creemos en Dios, la muerte violenta de cualquier ser humano es algo a
lamentar. Por mucho que, como seres humanos que somos -y, por tanto,
imperfectos, aunque llamados a la santidad-, algunas muertes nos parezcan más
lamentables que otras.
Lo
anterior es una digresión respecto a la noticia que voy a comentar, pero me
reconocerás, querido lector, que ha quedado un rato impactante. Vamos a ello,
pues.
A
finales de Mayo, George Floyd, un americano de raza negra (diría que podría calificarle
de mulato sin temor a equivocarme, puesto que no creo que haya muchos negros puros
en Estados Unidos) falleció tras permanecer más de ocho minutos con su cuello
bajo la rodilla de un policía, y manifestar repetidamente que no podía
respirar. Lamentable, desde todo punto de vista. Condenable, también.
Inmediatamente,
los progres se alzaron -es un decir, porque básicamente lo que hicieron
fue hincar la rodilla… literalmente-, acusando de racismo a la sociedad
estadounidense en general y a las fuerzas del orden en particular. No importó
que el difunto hubiera sido condenado por varios delitos. No importó que, en
Estados Unidos, la mayor parte de muertes violentas de negros se produzcan como
consecuencia de los actos de otros negros. No importó que el porcentaje de negros
delincuentes sobre el total de la población reclusa sea muy superior al porcentaje
que los negros suponen sobre el total de la población estadounidense.
No
importó, incluso, que el hermano del difunto llamara a la moderación y a la
cordura. Los progres recularon, acomplejados -instando la reducción de los fondos
destinados a los cuerpos de policía, algo que sin duda hará muy felices a los
delincuentes-, y los llamados grupos antifa (otros que no saben que el
fascismo es de izquierdas) practicaron lo que llaman terrorismo anticapitalista:
es decir, se dedicaron a saquear comercios y dar palizas a los comerciantes.
Que
sí, que el racismo es reprobable, pero… ¿acaso no se dan cuenta que con el
recurso a la violencia pierden toda su legitimidad? ¿Les importa, acaso?
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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