Hoy
empieza una serie de tres entradas consecutivas (de momento no tengo más sobre
la pandemia, así que quizá sean las últimas de la serie en una temporada…
aunque algo se me ocurrirá) dedicadas a esa eminencia que el desgobierno
socialcomunista eligió como portavoz científico ante la pandemia.
Con
Fernando Simón me surge la misma duda que con todos los progres: no sé qué rasgo
es más preponderante en él, si la estulticia o la malicia. Es decir, ¿es una
marioneta, un muñeco del pim pam pum puesto ahí por el consejo de ninistros
para llevarse los palos, o es alguien convencido de lo que dice? Si es lo
primero, es grave; si es lo segundo, raya en lo criminal el no decirle a las
claras a un hijo suyo que no fuera al aquelarre feminazi del ocho de Marzo.
Eso
sí, sea tonto o malo, no renuncia a decir las mismas soplapolladas que los
demás progres, siempre con un tono campanudo y perfectamente serio, como
si todos aquellos a los que se dirige fuéramos tontos del culo. Y es que ahora
distingue entre mascarillas egoístas y altruistas, según busquen,
respectivamente, que su portador no se contagie (las FFP2) o no contagiar a los
demás (las quirúrgicas)... aunque, dicho por un médico que conozco, según cómo
te coloques estas últimas -del derecho o del revés- producen un efecto u otro,
con lo que, según los casos, serían egoístas o altruistas.
Por
ello, y por mucho más…
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