Como
ya he dicho unas cuantas veces, lo único que une a los enemigos de la unidad de
España (sí, lo sé, muchas palabras seguidas que empiezan con una u y una ene;
es deliberado) es, precisamente, España. Si ésta desaparece -aunque sea de la ecuación-,
se destrozan entre ellos.
Ocurrió
con el Frente Popular durante la Guerra Civil: alcanzado el poder tras el
pucherazo de las elecciones de 1.936, y enfrentados a la supervivencia del
régimen cuyo poder detentaban, perdían casi más tiempo despellejándose entre
ellos que enfrentándose al enemigo común.
Lo
mismo ocurre en la Cataluña actual: ierreceos y post-post-post-convergentes
se detestan entre sí, pero cuando se trata de hacer la puñeta a España aparcan
sus diferencias. Diferencias que no tardan demasiado en aparecer, como en el
momento actual, en el que hay hasta nueve siglas en discordia, a saber: Partido
Demócrata Europeo Catalán (antigua Convergencia Democrática de Cataluña), Partido
Nacionalista Catalán, Juntos por Cataluña, Grito Nacional por la República, Libres,
Unidos para avanzar (antigua Unión Democrática de Cataluña), Liga Democrática, Convergentes
y Fuerza Cataluña.
Y
esos son sólo los partidos post-CyU. Quedan los ierreceos, los Clicks
Unidos de Playmobil, los neocom, la Bruja Piruja… Eso no es
un panorama político: es una sopa de letras…
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