Si
hay algo inmutable en relación con los progres y los secesionistas -tienen
tanto en común…- es que no hay nada
inmutable, especialmente en relación con su opinión sobre las personas. Los
Papas -con la posible excepción de Benedicto XVI, al que tenían enfilado desde
el principio- pasan de ser la esperanza (laica) de la Iglesia Católica (para
los progres) a ser otra versión intolerante e intransigente que no se pliega
a los dictados del progretariado.
A
nivel más local, los obispos que llegan a Vascongadas son recibidos como extranjeros
o directamente como enemigos del pueblo vasco, aunque con el tiempo
sufren una extraña (aunque repetida) mudanza ideológica y abrazan las tesis
aranistas, cuando no las terroristas.
A
la viceversa, los obispos que llegan a Cataluña suelen ser más catalanes
que católicos. No importa: de mediadores del proceso secesionista pasan
a ser enemigos de Cataluña.
Nihil
novo sub sole, o plus ça change, plus c’est la même chose…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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