martes, 14 de julio de 2020

Reflexiones atemporales (VII): ¿Por qué, por qué, por qué?

Desde que el 14 de Marzo se decretara el estado de alarma, casi todos los que han criticado al desgobierno socialcomunista -me refiero a nivel particular, no de formaciones políticas o figuras públicas- son lo que podríamos llamar de derechas, y casi todos los que le defienden, o al menos consideran que no se le debe criticar, son de izquierdas.
Sin embargo, hay gente que conozco que no son precisamente de izquierdas -o, por decirlo de otra manera, que nunca votarían al dúo Picapiedra, aunque hayan votado comunista (por más que lo nieguen con vehemencia, diciendo que la ex jueza filoterrorista y defraudadora fiscal no era comunista, cuando no ha sido otra cosa en su vida) alguna vez- que han interiorizado las consignas del desgobierno, y sostienen que, o bien no es momento de criticarles (¿cuántos muertos harán falta para que sea el momento?), o bien que un gobierno de derechas no lo habría hecho mejor.
Pasando por alto que hacerlo peor es difícil, queda la cuestión de por qué esas personas -personas que conozco, personas que aprecio, personas de cuya inteligencia no dudo- mantienen esa postura. Y sólo se me ocurre una razón. Esa razón no es el lavado de cerebro, el maricomplejinismo o la abducción ideológica. Es algo mucho más simple: miedo. Miedo de que aquello de lo que se acusa a Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y toda su caterva de malnacidos e inútiles (negligencia, sectarismo, psicopatía) sea cierto.
Pues despertad, muchachos: lo es.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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