Si
uno sólo escuchara a Sin vocales, sus adláteres y corifeos, podría
llegar a creerse que el interfecto lo ha hecho cojonudamente en Europa, que ha
luchado a brazo partido y que ha conseguido cosas que nadie más habría sido
capaz de arrancar de los cerrados bolsillos de los austeros o, como se les
llama ahora, los frugales.
La realidad es muy otra. La realidad es que en
Europa ya conocen a los gobiernos españoles en general (de uno y otro signo), y
a éste en particular. La realidad es que lo que se ha conseguido, que es mucho
menos de lo que al dúo Picapiedra les hubiera gustado -por más que Pierre
Nodoyuna diga, en ese estilo pomposo al que tan aficionado es, que No les quepa
duda de que hoy se ha escrito una de las páginas más brillantes de la historia
de la UE-,
se ha conseguido con condiciones, y que esas condiciones son contrarias a los planes de socialistas y neocom.
La
propuesta sale del Consejo Europeo, que ha concebido dicho mecanismo como un
procedimiento que podría activar cualquier país de la Unión Europea preocupado
por los gastos de otro socio comunitario. De esta manera, si en España o Italia
se anunciasen aumentos de gasto incompatibles con la devolución de los créditos,
o si se retrasasen las medidas pactadas con Bruselas, la activación del freno de emergencia haría que el rescate -porque, aunque lo nieguen, es un
rescate en todo salvo en el nombre- quedase suspendido durante un periodo de
tres días en el que los países cuestionados deberían rendir cuentas y, si fuese
necesario, replegar sus medidas de política económica para ofrecer las
garantías esperadas por sus socios.
Es
decir, que la Unión Europea ha dejado muy claro que no podrán realizarse
frivolidades en materia de gasto si no se quiere que se paralice la recepción
de dichos fondos. Es decir, que el acuerdo europeo es, como dice Pablo Casado,
una enmienda a la política del desgobierno socialcomunista, y no, como dice el
otro Pablo, un enorme estímulo a sus políticas.
Por
ello, y por mucho más…
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