Los
que me siguen con cierta habitualidad saben cuál es mi opinión del mundo de
la cultura español actual, en general, y del cine en particular. Cualquier cosa
mala que penséis se quedará corta.
Por
la misma razón, disfruto viendo cómo, año tras año, las películas que una panda
de ombliguistas mandan a los Óscar -esos premios de un cine que dicen
despreciar, pero que se despepitan por intentar conseguir- se estrellan; porque
no cabe calificar de otra manera un resultado que consiste en quedar descartado
a las primeras de cambio.
Igualmente,
no sigo la gala de los Goya (esa copia barata, cutre, zafia, chocarrera e
ideologizada de la de los premios antedichos), ni me interesa saber quién se
lleva tal o cual premio, ni quien la presenta. Por eso, mi reacción cuando, a
principios de mes, saltó la noticia de que Antonio Banderas y María Casado dirigirán y presentarán la próxima gala fue pensar que por fin habría algo de
calidad en la gala…
…y
que ni por esas iba a verla, por supositorio.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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