La
inquina de los golpistas a todo lo que tenga que ver con España -a ellos
mismos, entonces, puesto que, por mucho que les desagrade, y les desagrada
mucho, Cataluña es España y los catalanes son españoles- supera los límites de
lo racional para entrar, en muchas ocasiones, dentro del ámbito de lo ridículo.
Tenemos
así el caso de una tal María Ángela Vilallonga, a la sazón consejera de Cultura
(¿?) del consejo de gobierno regional. Para esta señora, en Cataluña sólo hay
tres lenguas propias, a saber, el catalán (es decir, esa variante del occitano
que se hablaba en Barcelona), el aranés-occitano y ¡la lengua de signos
catalana!
El
español, en cambio, es una más de las trescientas lenguas que se hablan en Cataluña. Quizá, pero es una lengua que te permite ir más allá del extremo
septentrional de la calle principal de Andorra la Vella, que es hablada -y
entendida- en los cinco continentes, que es la lengua materna de casi
seiscientos millones de personas (incluido el uno por ciento de esa cantidad
que vive en Cataluña).
Así
que, con todo el respeto: en Cataluña se habla español… y otras trescientas
lenguas más, pero después.
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