Una
cosa hay que reconocerle al desgobierno socialcomunista, y es que se cubren
unos a otros las espaldas -otros, quizá algo más malpensados, diríamos que se
tapan las verguenzas- con una lealtad encomiable.
Da
lo mismo lo que se le impute, el afectado lo negará; y allá que irán sus
compañeros del consejo de ninistros en tropel, prestos a apuntalar lo
afirmado por el primero. Quizá sea -volvemos los malpensados- porque temen que,
si dejan a la intemperie a alguno, los demás irán cayendo como las cartas de un
castillo de naipes.
Da
lo mismo que, tras afirmar el ministro Pekeño que destituyó al coronel
Pérez de los Cobos en el marco de una reorganización del cuerpo, se demostrara
que lo hizo por no informarle de la investigación en el caso del 8-M. El
guardia civil no hizo sino cumplir con su deber, que era atender las órdenes de
la juez que instruía el caso, pero eso no le importó a quien contribuyó a la aplicación
inmediata de la derogación de la doctrina Parot.
Como
tampoco le importó a la portacoz gubernamental, que dijo que las
mentiras e injerencias de su compañero de gabinete no son tales, sino que se
trata de una conspiración, pues el juez en excedencia (me supongo)
siempre ha hecho un trabajo exquisito y con rigor.
Rigor
mortis, el de las más de cuarenta mil muertes causadas por la inepcia de este
desgobierno criminal.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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