Uno por uno, paso a paso, el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer se va haciendo con todos los resortes del poder. Y a aquellos que ya tenía en sus garras les va apretando las tuercas, para no correr riesgos.
Es el caso de la televisión pública estatal,
siempre un instrumento de la más zafia propaganda al servicio del poder
político de turno, tanto más zafia cuanto más a la izquierda esté el gobierno. Volviendo
a hacer uso de su figura legislativa favorita, el Real Decreto -¿qué
extraordinaria y urgente necesidad había para recurrir al mismo?-, el psicópata
de la Moncloa modificó la composición del consejo de administración (aumentando
el número de sus miembros y dando entrada a candidatos de sus socios de la coalición
Frankenstein)- y su elección -reduciendo la mayoría necesaria- para así no tener que contar con la oposición.
Todo esto tiene sentido ahora, pero ¿y cuando ya no gobierne? ¿O es que piensa gobernar por los siglos de los siglos?
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