Los del partido de la mano y el capullo desde el momento de su fundación hasta el día de hoy, siempre han sido una panda de chorizos. Como en todo, hay excepciones, pero son eso, excepciones.
Tras la muerte del Generalísimo, quizá por
haberse formado en el sistema educativo del franquismo, mantuvieron un tanto
las apariencias, guardaron ligeramente las formas. Robaron a manos llenas, eso
sí, pero con lo que podríamos llamar un relativo decoro.
Pero con el desgobierno socialcomunista que
tenemos la desgracia de padecer, con el psicópata de La Moncloa (y su recua de
familiares, conocidos y compinches) a la cabeza. Y como son todos una panda de
nulidades, inútiles a la par que vagos, ignaros a la par que soberbios, hacen
las cosas sin siquiera disfrazar la mona.
Un ejemplo es el teledirector de orquesta,
del que los documentos judiciales confirman el nulo control laboral que se
realizó sobre él, puesto que no llegó ni a solicitar el teletrabajo.
Lo dicho: un personaje al lado del cual los romanos de El escudo arverno resultan un epítome de laboriosidad y dedicación.
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