Los izquierdistas españoles, salvo honrosas y honradas excepciones -y, que sepa, están todas muertas- son la perfecta definición del cinismo, de la incoherencia, de la hipocresía: de, en suma, predicar una cosa y hacer la contraria.
En esto, los neocom y sus derivaciones
posteriores no han sido una excepción. Todo lo contrario, han sido la
constatación palmaria -estoy dispuesto a admitir que padezco de sesgo de
confirmación- de lo que digo. Predican humildad, y son soberbios. Predican frugalidad,
y son aficionados al lujo y las comodidades. Predican el respeto a las mujeres
y a su libertad sexual, y caen una y otra vez en delitos contra esa libertad
sexual.
El último (por el momento) en sumarse a esta larga lista de incoherencias ha sido el becario ubicuo, primero neocom, luego neoneocom, ahora cocuquista y siempre, a lo que parece, acosador sexual.
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