Los comunistas españoles nunca han sido precisamente intelectualmente brillantes, los más listos de la clase: de Carrillo a Junior, de Dolores Ibárruri a la tucán de Fene, de Líster a Llamazares, pueden haber sido astutos, incluso listos, siempre despiadados, pero nunca demasiado inteligentes. Y cuando lo han sido -sólo se me ocurre Julio Anguita-, han acabado desengañados de la política.
Quiere esto decir que su coincidencia con la
verdad -que se da en tan pocos casos como en el del partido de la mano o el
capullo, o incluso menos- no se produce por cálculo, sino más bien por
descuido, a menudo provocado por la ira o el despecho.
Es por ello que en la presentación del libro
de memorias de la calientacamas del Chepas -ya es presunción
presentar unas memorias cuando no se han cumplido los cuarenta y cuando tu vida
pública apenas alcanza una década, en la que lo más reseñable que ha hecho ha sido
ser pareja de-, ésta ha dicho una verdad como un templo: que entregar el
poder a la tucán de Fene es el mayor error político que han cometido.
Dado el carácter desintegrador de la gallega con respecto a todas las organizaciones en las que se ha desenvuelto, fue más bien una imprudencia de categoría suicida.
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