Cuando el psicópata de la Moncloa dijo, en sede televisiva, aquello de ¿de quién depende el Fiscal General del Estado? dejó bastante claras sus pulsiones autocráticas.
Claro está que, aunque haya colocado en el
puesto a sumisos mamporreros, incluso el más rastrero de los sirvientes tiene afán
de supervivencia. Y si el fiscal particular del desgobierno socialcomunista que
tenemos la desgracia de padecer pide anular el registro que la Unidad contra el
Crimen Organizado realizó en su despacho por considerarlo desproporcionado, no
lo hace porque se lo hayan ordenado, o no sólo. Lo hace porque le va la vida en
ello, metafóricamente hablando.
¿O es que lo de tengo información sensible pero no la uso porque no quiero era sólo una boutade? No, este hombre sabe lo que ha hecho y quiere mantenerse a salvo tanto como pueda.
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