En España no falta talento científico: lo hay, y a espuertas. Lo que falta es, valga el retruécano (la palabra está bien empleada, la he buscado), talento para aprovechar ese talento.
Porque si en el extranjero se han
desarrollado vacunas contra la COVID-19, en España no les íbamos a la zaga en
cuanto a investigación. Y empleo el pretérito imperfecto de indicativo, y no el
presente del mismo modo, porque, como de costumbre, con la burrocracia hemos
topado.
En efecto, se han suspendido los
ensayos con personas de una de las más prometedoras vacunas españolas contra el
virus de las narices. O, para ser más exactos, no se ha recibido autorización,
por parte de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios…
agencia que está pendiente de valorar los últimos ensayos clínicos llevados a
cabo con la vacuna.
Por ello, y por mucho más, mucho me temo que…
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