En un lapso de apenas veinte días, una misma juez ha sido capaz de, aproximadamente, decir una cosa y la contraria.
Inicialmente, ordenó paralizar el rescate millonario que el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia
de padecer había concedido a la aerolínea hispanovezenolana Plus Ultra por
no estar justificado.
Después, hace una semana, desbloqueó el rescate porque por ahora no ve fraude ni cohecho, añadiendo que aunque
todavía no se ha producido ningún perjuicio a la administración, en la
causa se investiga la hipótesis de haber estregado estos préstamos a una
empresa en crisis sin ninguna posibilidad de devolver los importes
adquiridos.
Vamos a ver, señoría: si se
rescata a la empresa, es porque, además de estar en crisis, la posibilidad de
que devuelva las ayudas tiende a cero. Pero la cuestión no es esa. La cuestión
es, puesto que no hay dinero para rescatar a todos, ver si el rescate de esta
aerolínea en particular resultaba necesario.
Porque, en caso de no resultarlo -y estoy fuertemente convencido de que resultará que no-, quizá no haya fraude ni cohecho, pero sí un tufo a malversación que tira para atrás.
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