El psicópata de la Moncloa mira primero por él, luego por él y finalmente por él. Los demás no le importan un comino, ya sea a este lado de los Pirineos o al otro. Lo único que le importa es seguir un instante más en el poder, y a eso supedita todo: cambios de opinión, desplantes, mentiras, decenas de miles de muertos…
En los objetivos para 2.050 (para
entonces, todos calvos, como dice el dicho), Sin Vocales promovía ante Bruselas
disminuir el consumo de carne. Ahora, cuando el ministro más inane de todos los
que hay (y mira que hay dónde escoger) -uno de los de la hoz y el Martini,
como he leído hace poco… la verdad es que la frasecita está bien traída- aboga
por eso mismo, como la opinión pública se le ha echado encima
de forma casi unánime, el primer ninistro no tiene empacho en
ridiculizarle.
Se creerá que así engaña a
alguien, o que alguien va a pensar mejor de él por ello…
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