Como ya he dicho unas cuantas veces -si en la vida real tiendo a repetirme, es lógico que también lo haga en este blog-, los actuales políticos españoles de izquierdas, sobre ser malvados -eso casi se les supone, salvo honrosas excepciones- son profundamente estúpidos… lo que, por otra parte, desbarata el conocido chiste de que entre ser de izquierdas, inteligente y buena persona, un español lo será de dos en dos rasgos (estos políticos a los que me refiero sólo tienen uno).
A lo que vamos. En su estupidez
-a la que no es ajena esa injustificada prepotencia, puesto que se basa en una
pretendida superioridad moral que para nada existe-, dictan leyes que, al modo
del que escupe hacia el cielo o contra el viendo, acaban afectándoles
negativamente.
Es posible crean que, como dijo
el chico de los recados del Chepas, la gente de izquierdas sea
genéticamente incapaz de cometer un delito. Es posible también que piensen que
nadie va a ser tan osado como para aplicarles a ellos el rasero que ellos
aplican a los demás. O es posible, insisto, que sean lisa y llanamente imbéciles.
Ya ocurrió que, en aplicación
pura y dura de la ley de desmemoria histérica, algunos facinerosos de
izquierdas fueran borrados del callejero madrileño. Hace unas semanas, el portavoz
neoneocom en Leganés fue denunciado por violencia doméstica (esa
es la expresión que usa el titular, aunque supongo que, si queremos ser
coherentes con la jerga giliprogre, habría que llamarla de género).
Naturalmente, el susodicho dijo que él era la víctima, y de una denuncia falsa
además.
Con esto entran en colisión dos
principios incontrovertibles (para ellos, claro) de la patulea progretaria:
el primero, que en las denuncias de violencia de pareja la denunciante siempre
dice la verdad y el hombre siempre es culpable; el segundo, el antedicho de que
las personas de izquierdas, con independencia de su sexo, son seres angélicos,
casi miembros de alguno de los coros celestiales.
De un cielo laico, naturalmente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario