Los partidos regionalistas han medrado a base de sacarle los cuartos -ya sea en metálico, ya sea en competencias- al resto de los españoles. En esto, lo de los vascos resulta doblemente hiriente, porque sobre las concesiones disfrutan del llamado cupo vasco, una especie de mezcla entre reminiscencias medievales, complejos infundados y chantaje terrorista.
La reacción de los recogenueces a
finales del mes pasado resulta, cuando menos, irónica. Hartos de ser llamados
chantajistas, pidieron al psicópata de la Moncloa que pisara el acelerador de las concesiones.
Es como si, por hacerlo más deprisa, fuera a resultar menos evidente…
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