Una de las cosas más divertidas -por no decir la única- de observar el mundillo político catalán es contemplar las zancadillas que se dedican a ponerse unos a otros. Todos quieren ser el rey de la colina, y en cuanto cualquier formación coge ventaja, aunque sea aparente, las demás están prestas para torpedearla, ponerle la zancadilla, hacerle la puñeta y, en resumen, fastidiarse los unos a los otros.
Así, si los ierreceos
consiguen una mesa de diálogo con el psicópata de la Moncloa (aunque,
conociendo la inexistente sinceridad del susodicho, a saber cuándo se
celebrará, si es que se celebra), los jotaporcatos se apresurarán a ignorar al presidente del consejo regional de gobierno y descalificar la antedicha
pieza de mobiliario.
Lo dicho una y mil veces: los dejas solos, y se despellejan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario