Perdón por el retraso en continuar el continuará de la entrada anterior de esta serie, pero he andado desplazándome entre comunidades autónomas y entre preparar el equipaje, viajar, deshacer el equipaje, hacer compra y demás, como que se me ha ido un poco el santo al cielo (sutil y hagiográfica manera de decir que procrastiné).
Si el último día decía que las
malvadas hordas secesionistas habían hecho llorar a la bruja Piruja con
sus abucheos, hoy toca decir que Jorgito tampoco se fue de rositas. Es lo que
pasa con esta gente, lo mismo que con don Mendo y el juego de las siete y media:
Las siete y media es un juego
que no hay que jugarlo a ciegas
pues juegas cien veces, mil...
y de las mil ves febril
que o te pasas o no llegas.
Y el no llegar da dolor,
pues indica que mal tasas
y eres del otro deudor.
Mas, ¡ay de ti si te pasas!
¡Si te pasas es peor!
Pues el líder del totum revolutum
se pasó. Queriendo impedir el abucheo a la primera edil de Barcelona (quién le
mandará meterse en semejantes berenjenales), la interrumpió y le quitó el
micrófono. Y ante eso, las hordas vociferantes le acusaron de botifler (el peor
insulto que puede dirigir un secesionista; porque los charnegos, ya se sabe,
son de una raza inferior que sólo habla el lenguaje de las bestias, pero un botifler
es un traidor a la patria: inexistente, imaginada, fantaseada… pero patria) y
de marichulo.
A ver si lo que les molestó fue que no les dejaran seguir abucheando a la bruja Piruja…
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