Durante mucho tiempo -en realidad, supongo que desde la destrucción del templo de Jerusalén por las legiones romanas hasta la creación del Estado de Israel-, en todo el viejo mundo (me supongo que en el nuevo no, aunque sí creo que había barrios donde se concentraban) se tendía a recluir a los judíos, o ellos mismos tendían a concentrarse, en lo que luego se llamarían guetos, palabra que ha adquirido una carga negativa.
Los musulmanes en Europa también
tienden en la actualidad a concentrarse en determinados barrios. De hecho, esta
entrada se me ocurrió a raíz de leer un titular acerca de un barrio (parece que
es Molenbeek, en Bruselas) en el que la policía no se atreve a entrar. Y aquí
radica la principal diferencia entre las antiguas juderías y las modernas,
podríamos llamarlas así, islamerías.
Los judíos, en general, vivían
con miedo y, simplificando mucho, sólo querían que les dejaran en paz.
Mientras, en el caso de los musulmanes son los de fuera los que tienen miedo de
entrar en esos barrios -fuerzas del orden incluidas-, y sus habitantes
pretenden que todos nos rijamos por sus reglas.
Simplificando: o se les mete en cintura, con firmeza y decisión, o acabaremos bajo su babucha. Y si no, al tiempo.
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