Con (aproximadamente) cuatro semanas de retraso (la actualidad es así) toca hablar del cambio de gobierno efectuado por el psicópata de la Moncloa. Un cambio que podríamos llamar lampedusiano, puesto que cambia a un montón de caras para que todo, más que nunca, siga exactamente igual. Es decir, a peor.
Para empezar, el pulso (en
segunda línea) entre Moncloa y Ferraz se resolvió en favor del partido. El
Rasputín de la Moncloa acabó exactamente igual que su tocayo de hace un
siglo. No muerto, que esas cosas ya no se llevan -además, es dudoso que el que
anda dando cabezazos ante los golpistas tenga la resistencia física del monje
ruso, aunque vete tú a saber-, pero sí defenestrado del poder.
Como en el caso del talento de
Asuranceturix, las opiniones están divididas. Unos dicen que le lanzó un órdago a su jefe -ser ninistro de Presidencia- que éste no aceptó. Otros, que
ya tenía decidido marcharse; es de suponer que cinco minutos antes de que le
echaran, visto su reciente racha de aciertos: Murcia, Castilla y León,
Madrid… Como he leído por ahí, nunca debes decir que estás dispuesto a tirarte por un precipicio por tu jefe si te lo pide... porque lo más probable es que te lo pida (cuando no directamente te lo ordene).
En cualquier caso, le sustituye
otro que tal baila. Un tal Félix Bolaños, que ha sido, al parecer, la mente
detrás de muchas de las decisiones dirigidas a ahondar la división entre españoles:
la profanación de la sepultura del Generalísimo, sin ir más lejos.
Muchos de los defenestrados
estaban más quemados que la pipa de un indio, o no pintaban una mierda desde
hace mucho tiempo: la indocta egabrense o el astronauta, entre ellos. Sin embargo,
otros perfectos inútiles -como los comunistas que dirigen (es un decir)
Universidades o Consumo, que para lo único que sirven es para dar titulares y
hacer preguntarse a la gente qué demonios hacen donde están- siguen ahí.
Para colmo, Sanchinflas (y
que me perdone el eximio don Mario Moreno, a quien este malnacido no le llega
ni a la suela del zapato) afirmó que remodelaba el gobierno (cosa que juraba y
perjuraba, más lo segundo que lo primero visto lo visto, que no haría nunca, y
en todo caso no antes de Septiembre) para dar el gran salto adelante. Anda
que no habrá metáforas, teniendo en cuenta que el gran timonel asesinó
-quizá no hubiera premeditación (aunque tratándose de comunistas, no sé yo),
pero alevosía la hubo, y mucha- a compatriotas suyos por decenas de millones.
Aquí no hemos llegado a tanto, de momento, pero vamos por el buen (mal) camino.
También resultó sustituido un al
parecer insustituible como era el mozo de maletas de la narcodictadura
venezolana. Y tanto en el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia
de padecer como en la secretaría de organización del partido. En cuanto a su
sustituta en el consejo de ninistros, se presentó diciendo que era mujer, socialista, ecologista y catalana. E imbécil, añadiría yo.
En fin, como dice uno de mis hermanos, Sin Vocales sigue solucionando la vida a la gente… a alguna gente, al menos: sus exministros.
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